miércoles, 10 de mayo de 2017

HISTORIA:

¡22 de Mayo de 1917! Fecha gloriosa que señala el duro y fatigoso inicio de un camino que hizo historia en el Valle de Chanchamayo, abriendo a la esperanza el corazón de sus pobladores y marcando sobre todo rutas seguras a su numerosa juventud , siempre tan inquieta y deseosa de superarse.
Aquel día fue un verdadero día de fiesta para el pueblo de la Merced que en nutrido grupo, encabezado por el alcalde, Sr. Jerónimo Risso, montado en sus hermosos y apuestos caballos, había formado una alegre y simpática caravana hasta el puente de la herrería, donde quiso dar su cariñosa y solemne bienvenida a las Hijas de María Auxiliadora, las que también llegaban montadas en briosos caballos que les habían sido proporcionados en la Oroya y en Tarma ; felices y contentas, después de haber superado con valor las aventuras y los peligros propios del camino y de haber experimentado en ellos la protección materna de María Auxiliadora , a quien filialmente habían encomendado el largo viaje, el que duró seis días, conforme narra la crónica del mismo.
Muy significativo había sido para las Hermanas, encontrar allí, casi en primera fila, entre las personas que las habían ido a espera, a un grupo de alumnas, niñas y adolescentes, con flores en las manos, acompañadas por su joven Directora y maestra, la Srta. Irene Pelfine (señora Cerina), la que más tarde llegaría a ser la clásica profesora del “488” y la veterana y benemérita maestra del pueblo de Chanchamayo.
Este espontáneo y curioso recibimiento del pueblo, había alegrado mucho el corazón de las buenas misioneras, las que por su parte contagiaron en seguida la alegría y el entusiasmo que traían, fruto y característica peculiar del espíritu salesiano a; el que las animaría y guiaría en la no fácil empresa que iban a iniciar.
Ellas eran: SOR TERESA TAPPARELLO, Directora ; sor HONORIA O ‘TOLLE, (la alegre y graciosa cronista del viaje) quien iba como enfermera y se encargaría del Hospital; mientras SOR MARIA LUISA HERMOZA iba como maestra y se haría cargo de la Escuela, junto con la Directora.
Las acompañaba la Madre Inspectora, la intrépida y recordada Madre Décima Rocca, figura eminente de misionera y de superiora en el Instituto de las Hijas María Auxiliadora, quien solicitada por el Presidente de la Republica , Dr. José Pardo, en coordinación con el entonces Prefecto Apostólico de la zona , Monseñor Francisco Irazola, de la Orden Franciscana , había aceptado la obra con sus dos campos bien definidos: salud y educación, los que serían sostenidos por el mismo Gobierno, mediante un Contrato que se había estipulado entre la Congregación y el Gobierno.
Igualmente Sor Hortensia Muga que, aunque no iba todavía como personal de la nueva misión , formó parte de esta primera expedición misionera a la Selva Central del Perú , pues habiendo ido el año anterior con Sor Teresita Preiswerk acompañando a Madre Décima para explorar el campo de la nueva obra propuesta, podía servir de guía mientras con la madre Inspectora, a la que acompañaría de regreso a Lima ; ayudaría a encaminar a las Hermanas en las primeras y más urgentes tareas que exigía la misión.
El pueblo, formado por entonces, por colonos extranjeros y peruanos, como también por las numerosas comunidades nativas de la región; no tardó en sentirlas madres, hermanas, maestras y amigas que iban a compartir con él, especialmente con los más humildes, los más necesitados y los más abandonados; las esperanzas, las alegrías, las penas y sobre todo el dolor que en este momento invadía el alma de todos, a causa de la “fiebre amarilla”, o paludismo, que los iba diezmando cada día con más furor.
LA ATENCIÓN A LOS ENFERMOS:
Y de hecho, las hermanas fueron enseguida los ángeles consoladores de estos pobres enfermos que, a centenares llegaban cada semana al miserable “Hospital de Palúdicos”, donde al inicio faltaba todo, hasta lo más indispensable y elemental. Ellas se amanecían y anochecían junto a sus queridos enfermos; sin medir tiempo ni sacrificios, prodigándoles con amor cuanto podían y estaba a su alcance, a fin de aliviar sus dolores físicos. Mientras la caridad, el consuelo y la esperanza que iban comunicando mitigaban sus penas y fortalecía su fe.
Sabemos, cómo esta caridad sin límites de las Hermanas para con los pobres enfermos; con frecuencia llegaba hasta el heroísmo, ya que el clima sobre todo, infecto por la malaria que atacaba seriamente la salud de las mismas, y la falta de medios que dificultaba a menudo su trabajo, debilitaba sus fuerzas y minaba su salud.
Sor Teresita Preiswerk, un ejemplo de caridad heroica: a propósito, cabe mencionar a la querida Sor Teresita Preiswerk , quien al año siguiente de la fundación había ido de remplazo de Sor Onoria que, atacada gravemente por la fiebre amarilla, o malaria, había tenido que abandonar la misión, con gran pesar.
Sor Teresita, después de haber trabajado con valor y sin descanso para la mejora del Hospital y en alivio de los pobres enfermos, junto a los cuales, siempre de pie, pasaba días y noches enteras, como una verdadera madre , prodigando alivio y consuelo ; no tardó en ser atacada también ella por el terrible mal del paludismo, el que trató de ocultar enseguida , desde sus primeras manifestaciones ,( las que ella bien conocía) a fin de no ser trasladada a otro lugar , como indudablemente lo habrían hecho las superioras al saberlo, y poder consumar su vida hasta el último momento junto a sus queridos enfermos . Y de hecho, a Sor Josefina Recagno , su compañera de trabajo, pocos días antes de su muerte le había dicho en confianza: “Quiero morir junto a mis queridos chunchos” ( como cariñosamente llamaba a sus enfermos) y como ellos ser sepultada al lado del rio y a la sombra de las palmeras.
Y así fue! La Sor Teresita, silenciosa y rápida como un ángel, volaba al cielo en la víspera de la gran fiesta de la Virgen Inmaculada, la que tanto había amado y hecho amar. Indudablemente que con ella fue a interceder ante el Señor por la salud de sus enfermos y por todas las necesidades de la incipiente misión .Era el año 1918.
Sin contar cómo el pueblo y especialmente los enfermos habían quedado sumidos en el más profundo dolor , al recibir improvisamente la triste noticia de que también Sor Teresita se había ido al cielo… , diremos que , efectivamente, con gran maravilla de todos; después de la muerte de la querida hermana , había cesado completamente el flagelo de la fiebre amarilla, y por muchísimos años no se registraron más en el hospital de la Merced, casos de defunciones por esta enfermedad, la que tanto estrago había hecho entre los pobladores del Valle de Chanchamayo.
El Señor había aceptado el sacrificio heroico de la generosa hermana, y desde su muerte, la misión, que estaba a punto de cerrarse, precisamente a cusa del paludismo que constantemente atacaba la salud de las hermanas, empezó a florecer de tal manera que nadie podía creerlo.
Bien podemos aplicar a Sor Teresita estos versículos del evangelio de San Juan, cap. 12,24-25.
“…si el grano de trigo no muere, no podrá dar fruto; si muere, podrá producir frutos abundantes… Quien ama su propia vida la pierde; quien en cambio descuida su propia vida en este mundo a causa del Evangelio, la conservará para la Eternidad”.
Estamos convencidas que Sor Teresita había hecho suyas estas palabras del Señor, y eso explica el maravilloso y rápido desarrollo de la obra en la Merced, después de su partida para el Cielo
El florecimiento de la Obra:
En seguida, otra alma, no menos entusiasta y generosa, Sor Hortensia Muga, de grato recuerdo para todos, tomó el lugar de Sor Teresita y en el Hospital se continuó con la atención a los enfermos, mientras también, para la escuela, había llegado refuerzo de personal para atender a la instrucción y formación cristiana de las niñas, misión específica de las Hijas de María Auxiliadora.
El camino ya estaba abierto y no había que seguir bregando para ir haciéndolo ¡cuántas fatigas y sudor! cuántos sufrimientos y cuántas lagrimas había costado abrirlo ya que la falta de medios y de la pobreza del ambiente, junto con la hostilidad del clima, formaban obstáculo continuo y serias dificultades. Pero, no tardó el Señor en premiar el esfuerzo y la fe de sus esposas, las que solo buscaban su gloria y el bien de los hermanos.
En pocos años, bajo la guía inteligente y dinámica de la piadosa y sacrificada Sor Hortensia Muga, ambas obras, Hospital y Escuela tomaron tal impulso que el pueblo mismo de Chanchamayo había quedado maravillado.
En el hospital se tuvieron buenos médicos y enfermeras, un capellán estable para el servicio religioso, suficiente personal de servicio, una farmacia bien fornida, instrumentos de cirugía, etc. Cuartos de servicios discretamente implementados (cocina, lavandería, planchador, despensa) habiéndose construido poco a poco los necesarios ambientes para los enfermos: salas comunes para hombres, mujeres y niños; pabellones para enfermedades infectocontagiosas y una hermosa clínica con cuartos individuales y comunes, pudiendo contar asimismo con las necesarias oficinas para la administración del hospital.
A las Hermanas parecía un sueño el haber podido llegar a todo esto, mientras se alegraban sinceramente por la mejor atención que se podía dar a los enfermos.
Más de cincuenta años floreció la caridad de las Hijas de María Auxiliadora en este Hospital, donde se distinguió de manera especial la bondad, el espíritu de sacrificio y la habilidad de nuestra querida Sor Albina Panzolato, como enfermera.
Quién no recordará su constante sonrisa buena? ,Sus palabras de fe y de aliento?.
¡ Cuantas y hermosas páginas de historia podríamos escribir de este hospital , contando desde los inicios ¡ Pobrezas y penurias , trabajos, esperanzas, penas y alegrías compartidas, almas y cuerpos salvados , corazones consolados, conversiones de vidas , gracias y favores recibidos, estímulos y desalientos , metas alcanzadas, misericordia de Dios y su Divina Providencia, como también los frutos de una entrega total y generosa al servicio de los hermanos enfermos , animada por la fe y sostenida constantemente por el amor y gracia de nuestra Madre Auxiliadora.
La acción educativa en la escuela:
Con no menor fervor y entusiasmo se había ido trabajando en la Escuela para promover la fe y la cultura entre las niñas del lugar. Tarea que a través de los años fue gradualmente intensificándose y ampliando sus beneficios con gran ventaja del pueblo de chanchamayo, el cual reconoció siempre en ella un apreciado y concreto aporte a su desarrollo y cultura.
Escuela y Oratorio eran una fiesta para las niñas y una alegría para sus padres, y cuando Sor Hortensia , tras fatigosas e interminables gestiones con el Gobierno, pudo conseguir terreno y local propio para el funcionamiento de la misma, y pudo añadirse también el internado, el que siempre fue muy numeroso y organizar para las tardes una especie de taller , donde las alumnas internas y externas podían ir para aprender algo útil para la vida; entonces la satisfacción de los padres de familia y el contento de las mismas niñas y jovencitas fue al completo.
Con cuanta nostalgia recuerdan aún hoy algunas veteranas ex alumnas de aquellos tiempos, esas horas libres de la tarde, las que en algunas ocasiones, especialmente para las internas , sobre todo con motivo de preparar fiestas, tómbolas o teatros , se prolongaban hasta horas de la noche, transcurridas con alegría y sencillez, en ese ambiente de la Escuela, caldeado por el cariño santo de las hermanas, y en el que se respiraba el tonificante y característico espíritu de familia, junto con la piedad eucarística y mariana que con sabias y originales industrias sabían inculcar las Hermanas!
¡ Con qué viveza de palabra y con qué entusiasmo , como si estuvieran todavía saboreándolas , y con qué riqueza de detalles nos cuentan de esas horas felices que ellas han gozado junto a sus maestras y asistentes, Carmen Balestra, Rosita Sanz , Angelita Bazo, que son las de la “ primera hora “, Nicolasa Vicuña y otras veteranas de la primera y de la segunda hora , que a menudo las encontrábamos en el pueblo.
Interesante el cuadro que nos describe, al respecto, Carmen Balestra: “Allí, una aprendía a tejer chompas, medias, chalinitas; otras aprendían a zurcir y a remendar, a pegar broches y botones, a bordar, a pintar, a hacer flores, a coser falditas, etc. Mientras habían otras que también aprendían a tocar la mandolina y el piano, y nunca faltaba la hora para repasar las elecciones del día siguiente”.( En aquel tiempo las Hermanas tenían muy bien organizada la orquestina, integrada también por algunas señoritas y caballeros, y con la cual alegraban siempre las fiestas salesianas).
Y es interesante saber cómo muchos de estos trabajos que aprendían las niñas, tanto internas como externas, servían para la “ tombolita” que casi cada semana solía armar Sor Hortensia, en la veredita junto a la casa : el día de feria, cuando la gente bajada al pueblo para hacer sus compras, y que servía para pagar el pan de los enfermos, ( lo que el Gobierno pagaba para alimentos no bastaba) y también para ayudar a Sor Hortensia a levantar los muros de la Escuela.
Es hermoso pensar cómo el Señor bendijo esta casa, y cómo la Virgen Auxiliadora, con su asistencia y protección materna ayudó a sus Hijas a hacer de ella, en tan breve tiempo, un verdadero centro de irradiación cultural y cristiano.
El campo árido y cubierto de abrojos y espinas que las Misioneras habían encontrado al llegar, muy pronto se convirtió en ameno jardín donde las flores siguen abriéndose a la vida, bajo la luz bienhechora del Sol Divino y al influjo santo de la dulce Madre Auxiliadora.
Desarrollo da la obra y su proyección pastoral y formativa:
Después de 50 años de vida, la obra que poco a poco había ido tomando cuerpo y forma, parecía haber llegado a su máximo desarrollo, gracias al esfuerzo constante de las Hermanas y al decidido apoyo de los padres de familia, del pueblo, de las ex alumnas y de las autoridades del distrito, las que en todo momento y en toda forma brindaron siempre su ayuda.
La escuela, con el anexo Jardín de Infancia, tenía su hermoso y moderno local con sus aulas , oficinas, patio y servicios, y sobre todo , con su amplia y linda Capilla que era lo que más gustaba a las alumnas y exalumnas ( fue el último esfuerzo de la querida Sor Hortensia Muga, que no alcanzó verla terminada).
Las alumnas que la frecuentaban eran más de 500, más los 160 niños del Jardín de Infancia; y la labor que con ellos se desarrollaba, en diferentes ocasiones había sido oficialmente reconocida, tanto por las autoridades del Ministerio de Educación como por las autoridades de la Provincia y del Distrito, como lo confirman los numerosos diplomas y estímulos que en el archivo de la misma se conservan.
Era muy floreciente el Oratorio Festivo, tanto el de María Auxiliadora que funcionaba en la casa todos los domingos y fiestas de guardar, como el “Domingo Savio” que se tenía los sábados por la tarde en la Escuela del Padre López, “488”. ¡Cuántas Primeras comuniones se prepararon también en este Oratorio!... y cuantos grupos de lindos monaguillos que aprendían a servir en la Iglesia, especialmente en las fiestas y en los diversos acontecimientos religiosos!.
Igualmente las “Asociaciones Piadosas” (Angelitos, Jardín de María, Aspirantes, Hijas de María, etc.) y clubes que las Hermanas cultivaban con especial empeño, eran medios excelentes que servían para promover el nivel espiritual y cultural en el ambiente de la Escuela. ¡Cuánto entusiasmo despertaban sus iniciativas y sus concursos …¡ cómo incidían en la formación de las alumnas!
Muy activa y eficiente era la Asociación de Padres de Familia que actuaba apoyando a la escuela, en la que cabría normar a tantas beneméritas personas que por sus acertadas iniciativas y trabajos, como por su generosa y constante colaboración, hicieron prosperar la Escuela aumentando su prestigio y valor. Será siempre profunda y sincera la gratitud de las Hijas de María Auxiliadora y de los centenares de alumnas que pasaron por sus aulas.
También la Unión de las exalumnas era numerosa y muy dinámica. Participaba con gusto en las actividades catequísticas de las Hermanas y en la labor social y de promoción humana que se desarrollaba en la escuela y en los diferentes anexos y caseríos de la zona donde semanalmente iban las Hermanas para la catequesis.
Igualmente, las Ex alumnas participaban activamente en las fiestas y acontecimientos de la Iglesia, y muy especialmente en las propias del Instituto; y con no menor entusiasmo participaban también en las actividades del pueblo y en las representaciones artísticas de la Escuela donde no sólo se hacían apreciar por el sentido de responsabilidad y espíritu de colaboración, como frutos de la formación que habían recibido, sino también por el arte y la gracia con que actuaban. ¿Quién no recuerda los hermosos dramas romanos, los divertidos sainetes que armaban y los cuadros vivos que representaban las Ex alumnas, bajo la paciente guía de Sor Rosita Stagnaro o de Sor María Olivera? ¿Y los primeros conciertos de mandolinas, violines y piano, con Sor Margarita Arias, Tito Tealdo, las hermanas Riveras y otras Ex alumnas más?
Merece un especial recuerdo la querida Srta. Maruja Rojas, de grata memoria, la que por muchos años animó y dirigió la Asociación de Ex alumnas, manteniendo en ella la unión, el entusiasmo y la iniciativa, y sobre todo, el gran amor a María Auxiliadora en el que tanto se distinguía.
EL APOSTOLADO PASTORAL Y CATEQUÍSTICO DE LAS HERMANAS Y SU PROYECCIÓN EN LA ZONA:
Aunque toda la acción educativa de las Hermanas estaba impregnada del característico espíritu apostólico, inspirado en la “ Damihi animas”… (dadme almas) de Don Bosco; tenían actividades y programas específicos para la instrucción y formación cristiana , las que no solamente se limitaban al ámbito de la Escuela “ María Auxiliadora , sino que abarcaban los niños y jóvenes de los demás Centros Educativos que se habían ido creando en la Merced y de sus alrededores , como también a los niños , jóvenes y adultos de los diferentes pueblos y anexos , donde cada domingo se llegaba puntualmente con el Misionero , Rev. Padre López, Capellán muy benemérito de la casa y del Hospital, tres alumnas del “Grupo Misionero” y con tres ex alumnas. Siete eran entonces los centros de misión que por turno se visitaban cada domingo.
Allí también se preparaba para la Primera Comunión y demás sacramentos. Más tarde, cuando el Exc.mo Monseñor Luis Blas Maestu, de santa memoria, pidió a la Madre Inspectora Sor Lucía Potestá, dos Hermanas a tiempo completo, para que se hicieran cargo de la Catequesis y de la enseñanza religiosa en las escuelas y Colegios del Vicariato, especialmente en la zona de la Merced; esta labor catequística y misionera, en coordinación con el mismo señor Obispo y con la Oficina Regional de Educación Católica, como también del Rev. Padre Párroco de la Merced y de las respectivas autoridades escolares del lugar, pudo organizarse de tal manera que por muchos años gozaron de sus beneficios unos 24 Centros Educativos, los que puntualmente eran atendidos con una y más horas semanales de religión , (según el número de alumnos) además de otras actividades religiosas y de promoción humana que se desarrollaban en el pueblo con los adultos, especialmente con motivo de la “Semana Pastoral”, la que se llevaba a cabo cada año en todos los Centros , con la presencia activa del Señor Obispo, y que tenía por objeto la renovación espiritual y cristiana de los pobladores.
Igualmente, de esta actividad apostólica y misionera en los Centros Educativos de la zona, quedaban espiritualmente beneficiados también los profesores, quienes aprovechaban los breves cursillos de Implementación religiosa que para ellos se organizaban de vez en cuando, a fin de facilitarles el desarrollo de sus respectivos Programas de Religión, obligatorios en todas las Escuelas.
ACCION MISIONERA EN PAMPA MICHI:
Entre las actividades catequísticas y misioneras de las Hermanas en estos últimos veinte años, especialmente en la década del 1975-1985, fueron de particular interés apostólico, las que se realizaban en la Comunidad Nativa de PAMPA MICHI, entre los queridos hermanos campas; donde el Evangelio que se ofrecía, en forma comprensible a su mentalidad, junto con el amor a la Madre de Dios; era recibido como un verdadero “don” y como el medio “único y más eficaz”( según la expresión de Capurro), para superar las barreras de la ignorancia y de la pobreza.
¡Cuánto habría para contar de estas hermosas experiencias misioneras en Pampa Michi!, donde el “Jesús Niño, vivito” de los pequeños y el “Cristo Dios, vivo y presente “de los adultos, en el rústico sagrario de la improvisada y humilde cabaña de paja y homiro, en el centro de la pequeña aldea fungía de Capilla;… era sentido y sinceramente adorado, alabado e invocado como Padre, Hermano y Amigo.¡ Cuánta sinceridad de sentimientos , en tanta sencillez y humildad de hijos! Con qué fervor repetían en coro, al terminar cada Eucaristía, “ Pasunqui Pawa!!”(Gracias Padre Dios) y cantaban luego con gran entusiasmo. Y en Pampa Michi los campas cantaban las alabanzas a Cristo Salvador, demos gracias al Señor.
¿Y qué decir de su “Madre y Patrona María Auxiliadora “? Luego de haber conocido de parte de las Hermanas ¿quién era?, los nativos la quisieron como “Patrona y Madre” de Pampa Michi. Y allí sigue ella como Reina y Madre cariñosa de sus hijos, protegiéndolos y librándolos de los peligros, y sobre todo alentado su fe.”Iná! Iná!” (Madre).De esta acción evangelizadora y misionera, cuántos hermosos frutos han madurado y siguen madurando, aunque ocultos bajo el espeso e ingombrante follaje de la exuberante y característica vegetación de selva que cubre este “rincón de Cielo” que es Pampa Michi!
Y así se iba irradiando la fe cristiana en los pueblos.
LA OBRA ACTUALMENTE:
No fue menos el entusiasmo con que se vino trabajando en estos últimos años, centrando como siempre la mayor atención en la numerosa juventud que predomina el porcentaje de la población de Chanchamayo, la que, inquieta, y en gran parte abandonada, aspira a recorrer rutas nuevas y diversas , de las que no siempre entienden claro las metas a qué conducen. Para ella se multiplicaron esfuerzos y fatigas, renovando métodos y estructuras conforme lo exigía la misión; compartiendo con la Iglesia Local y con el pueblo, siempre atento, colaborador y generoso, justas inquietudes, optimismos, trabajos y tareas, sacrificios, esperanzas y alegrías.
Prueba de ello es ante todo la ampliación del servicio educativo con la enseñanza media , iniciando en la misma Escuela en 1986, gracias al permiso concedido por la entonces Superiora Provincial Madre Matilde Nevares, que fue miembro del Consejo Generalicio de la Congregación en Roma; gracias también al insistente pedido del pueblo, especialmente de los Padres de Familia y de las Ex alumnas, de las autoridades, Sr. Mario Jerí López, amigo y bienhechor de la obra, primer Alcalde de la Provincia de Chanchamayo, y gracias particularmente al recordado y Santo Monseñor Luis B. Maestu, entonces Vicario Apostólico de San Ramón, quien en repetidas ocasiones había expresado este deseo a Madre Matilde. Al respecto viene bien recordar que precisamente en su último saludo a la querida Superiora , la que acababa de hacer la última visita a la casa de la Merced y partía luego para Roma ; al concluir la misa de despedida que las alumnas, ex alumnas y Padres de familia le habrían ofrecido y que el mismo Señor Obispo había celebrado en la Iglesia – Parroquial; manifestó a Sor Matilde Nevares que no olvidara que “ En María Auxiliadora” de la Merced era “ urgente y necesaria” la enseñanza media para las niñas.
La madre Graciela Pinto, hizo realidad dicho deseo, permitiendo de esta manera que las alumnas pudieran continuar su formación bajo el manto protector y bienhechor de nuestra Madre Auxiliadora.
Intenso fue el trabajo y dura la fatiga para conseguirlo, como nos consta a las Hermanas, a los Padres de Familia y al pueblo en general, y como consta especialmente a las Superioras, las cuáles no ahorraron tiempo ni sacrificio alguno para encontrar los medios necesarios.
El redoblado esfuerzo de la Congregación, con el generoso apoyo de las Superioras y de las Hermanas y nuevamente de los Padres de Familia y del Concejo Provincial de Chanchamayo, encabezado por el entusiasta y no menos dinámico y efectivo Alcalde Prof. Carlos Cordero, la colaboración ( de una o de otra forma) de las alumnas, y la valiosa contribución de instituciones benéficas y de generosos bienhechores de la zona, como en el caso del Sr. Jesús Arias Dávila.
El colegio” MARIA AUXILIADORA” en La Merced, en el antiguo terreno adquirido de la familia Peschiera en la Urb. San Carlos, es hoy una hermosa realidad, después de 99 años de esforzada y laboriosa tarea en beneficio de la juventud Chanchamaina.
Con la recordada Superiora Provincial Madre Graciela Pinto, en el año que concluida su periodo de servicio en la Inspectoría Peruana “Santa Rosa de Lima” y quien había orientado y animado la ejecución del proyecto en sus inicios; en Mayo de 1990, la alentadora presencia del Excmo. Sr. Obispo, Monseñor Julio Ojeda, Sucesor del recordado Monseñor Maestu, se había podido inaugurar solemnemente la primera etapa de la construcción, es decir, el primer piso, con las aulas y demás ambientes. Y el año siguiente, en junio de 1991, con la grata presencia de la querida actual Superiora Provincial, Madre Eleana Salas, joven y rica de entusiasmo y de iniciativas por la juventud, bendecida por el mismo Señor Obispo, se inauguraba la segunda planta del colegio con otras tantas aulas, Biblioteca, hall y sala de profesores; permitiendo de esta manera el traslado de un mayor número de alumnas, de la antigua escuela a nuevo local, donde todo el ambiente respondía a las exigencias de la tarea educativa.
Otra prueba del creciente esfuerzo desplegado por las hermanas con estos últimos años en favor de la niñez y juventud de Chanchamayo, son los florecientes Oratorios que en ellas atienden en las diferentes lugares de la ciudad y de sus alrededores, con sus programas de su formación cristiana y de bien social ; como también los nutridos grupos, o centros juveniles, que van orientando para la vida en los diversos a:bientes sobre todo en los colegios, animadas y guiadas por el característico fervor apostólico del espíritu salesiano.
Así las “Hijas de María Auxiliadora” fueron abriendo con dedicación y entrega generosa el largo y fatigoso camino a la juventud de Chanchamayo, el pueblo de hoy, en cuyo corazón quedó sembrada la fecunda semilla del evangelio; junto con el amor a la Virgen Santísima, nuestra Madre Auxiliadora, la que a través de sus hijas sigue señalando a los jóvenes los luminosos y bastos horizontes de la vida.
Los centenares de jóvenes oratorianos y alumnos que pasaron por las aulas o por los patios de “María Auxiliadora”, miran con cariño y gratitud a este recinto sagrado, donde, bajo la mirada materna y bondadosa de nuestra Madre Santísima, experimentaron las primeras y más puras alegrías de la vida.
“ 99 años educando y evangelizando a la niñez y juventud Chanchamaina ”
“ 99 años de presencia salesiana en Chanchamayo ”
“ 99 años bajo la presencia materna de María Auxiliadora en Chanchamayo ”
GRACIAS SEÑOR……. Por estos 99 años entre la niñez y juventud ¡